lunes, 27 de enero de 2014

Como yo te amo: falta de elegancia y despecho en la música pop.


Si hay una temática recurrente en la historia de las letras de la música pop es aquella en la que un amante despechado le dice al causante de su despecho algo así como que nadie volverá a quererle nunca de la manera en que él o ella lo ha hecho. Es ésta una práctica tan antigua que podemos encontrar muestras de ella hasta en la poesía del poeta romántico y patrón de los letristas lloricas Gustavo Adolfo Bécquer.
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
 tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate,
¡así no te querrán!
Parece muy extendida, por tanto, la idea de que no existe declaración de amor más poderosa que el “nadie va a quererte tanto como yo”, fórmula que, sin embargo, yo siempre he encontrado bastante ofensiva de cara a la persona amada, a la que parecemos decirle que posee unas virtudes tan escasas o escondidas, que suficiente milagro ha sido el encontrar a alguien que las aprecie como para encima dejarle marchar. Llamadme loco, pero creo que eso es algo no muy bonito de decir.

¿Qué clase de infantiloide argumento amoroso es el “yo más que ninguno”? Cuando he estado enamorado de alguien, y quiero decir, cuando he estado REALMENTE ENAMORADO de alguien, lo que me sorprendía era que el resto del mundo no viera a esa persona de la misma forma en que yo lo hacía. ¿Cómo podía salir a un bar sin que todos los hombres se la abalanzasen encima? ¿Cómo se resistían sus compañeros de trabajo a arrancarle la ropa? ¿Cómo era posible que los taxistas la llevasen a su destino en lugar de secuestrarla y amarla en su cautiverio? ¿Qué clase de droga tomaban sus amigas para no caer en el lesbianismo al estar cerca de ella? ¿A qué dioses se encomendaron sus hermanos para librar el incesto? Porque…  ¿cómo no va a amarla todo el mundo tanto como yo lo hago, si es MARAVILLOSA?
 
Es por eso que estoy convencido de que todas y cada una de las chicas a las que he amado encontrarán a otras personas que las amen tanto como yo lo hice. Otra cosa es si yo volveré a encontrar a alguien a quien ame tanto como amé a alguna de ellas. Y, precisamente, creo que ésa misma es la duda que atormentaba a los autores de las siguientes canciones, magníficas joyas del despecho amoroso que ponen de manifiesto que, cuando decimos “nadie va a quererte tanto como yo”, lo que en verdad queremos decir es “nunca querré a nadie de la manera en que te quiero”.

Como yo te amo, de Manuel Alejandro y cantada por Rocío Jurado.
Es una de mis canciones españolas favoritas de todos los tiempos. Por mucho que el estribillo se centre en el aspecto positivo, ese “amor de forma sobrehumana”, el motor de la letra es ese despecho convertido en fuerza de la naturaleza y repetido en “nadie te amará”.



Dime Carmen, de Los Chichos.
Si la falta de tacto es una constante en esta lista, esta canción de Los Chicos, con conflicto sobre la custodia filial incluido, compite en una categoría aparte.
  
No mereces que te quiera
no te llevarás al niño
yo te quise como a nadie
Nunca te lo has merecido
 Gracias a Raúl Guillén por la sugerencia.

 

Como yo nadie te ha amado, de Nolberto Alkla.
Está claro que el concepto “nadie te ha querido más que yo” es una cosa muy latina y muy racial. Por eso no me ha extrañado encontrarme con más de veinte versiones de artistas bachata-friendly de esta canción a la que llego gracias a la sugerencia de Víctor F. Nuñez. De entre Jorge Luis, Los Totora, Yuridia o Eddy Herrera, me quedo con la de Nolberto Alkla.



Pero lo tremendo ha sido descubrir, al buscar al autor de la original, que no es otro que Bon “Botox-mejor-que-sobre-que-no-que-falte” Jovi al que muchos recordaréis, más que por la música, por haber sido noviete de Carrie en un episodio de Sexo en Nueva York.

 
Como yo, de Gusi & Beto.
En este caso, la falta de ingenio de los autores a la hora de elegir el enfoque desde el que aproximarse al conflicto amoroso, queda totalmente compensado con rimas como: “Quizás no te traiga flores ni viajes al infinito / Pero te daré canciones pa´ enamorarte un poquito”. Después, riman “alucinante” con “instante”. Ni tan mal. El ritmito me gusta, eso sí. 


Como yo, de Juan Magán.
Con el mismo título que la anterior, ya veis que el latineo, venga de donde venga y sea de la época que sea, es muy de quererte más que nadie. Eso sí, si fuese la pareja de Juan Magán, me miraría el estar con alguien que tiene una canción en la que, aunque su estribillo dice “como tú no hay dos, como tú no hay dos”, el pronombre más repetido es “yo”.


Quien te quiere como yo, de Carlos Baute.


No hay un solo día en que no eche de menos Elígeme, ese programa de Cuatro presentado por Baute cuyo propósito consistía en emparejar a una chica con algún posible candidato, a pesar de lo cual, él intentaba a follarse a todas y cada una de las concursantes delante de las cámaras y sin disimulo alguno. Ellas sí que pueden dar fe de si han encontrado a otro que les quiera tanto como Carlos.


Como lo hice yo, de Sandro.
Soy muy fan de Sandro, del que los Rusos versionamos durante años Ave de paso (deberíamos grabarla algún día). Al principio parece que por fin encontramos un interlocutor que duda si la persona amada encontrará a alguien que le quiere tanto como él: “No sé si tendrás en tu vida / quien te de cariño como lo hice yo./ No sé si podrán abrazarte /después de amarte como lo hice yo.”
Pero al final nada, otro que sigue en sus trece: “No sé si tendrás otra hoguera,/ que te queme tanto como lo hice yo... /mas nunca tendrás quien te quiera... / lo juro por ésta...como lo hice yo.” (No sé vosotros, pero cuando dice “lo juro por ésta”, yo me imagino a Sandro echándose la mano al paquete.) Gracias a Eduardo Fort por la sugerencia.



No One’s Gonna Love You, de Band of Horses.

Para que veáis que no solo los latinos caemos en el cliché del querer-más-que-nadie, pongo esta bonita balada de Band of Horses.


También pongo la versión de Cee Lo Green, no solo porque me encante, sino, porque como dice un amigo mío que vive en París, “hay ciertas cosas que los negros hacen mejor que nadie”. Aunque creo que él no hablaba de música.

 
Santos que yo te pinté, de Los Planetas.
Pero sin duda, si hay un rey a la hora de volcar las rupturas de manera poco elegante en sus canciones, es J. Hasta el punto de que si el despecho llegase a convertirse en deporte olímpico, España podría estar segura de la extensión de su dominio a otra disciplina más; hasta el punto de que si hiciesen unos premios que reconociesen la falta de tacto a la hora de acercarse a una ex, pongamos, Los Orden De Alejamiento Awards, el primer homenajeado de la gala sería él; hasta el punto de que VOX se plantea presentarle en sus listas como posible Ministro de Igualdad.

Fuera de coña, una de mis favoritas de Los Planetas: “Puedes buscar por tierra, puedes buscar por aire / que como yo te he querido, no va a quererte nadie”.



Pero de J, la que más me gusta, por aproximarse al tema de una manera delirante es No sé cómo te atreves, cuando su voz se mezcla con la de La Bien Querida para decir: “Ya sé que no tenía que haber venido, pero dónde puedo estar mejor que aquí contigo./ Y tú tendrías que reconocerlo, que conmigo es con quien más te gusta hacerlo”. Claro que sí, mi rey, como tú, NINGUNO.


Pd: Muchas gracias a todos por vuestras sugerencias vía facebook y twitter.

lunes, 13 de enero de 2014

El amor me pilló por sorpresa.

 
El amor me pilló por sorpresa, abrazado a ella, como habíamos despertado tantas mañanas. Puede que llevara tiempo anunciando su llegada, pero, al igual que sucede con algunas visitas que invariablemente siempre llegan tarde, decidiese que la mejor forma de hacer tiempo era seguir con mi vida. O puede que llevase meses parado en mi puerta y yo no me decidiese a abrir.
El caso es que yo ya no esperaba al amor. No hay nada más patético y a la vez más hermoso que un enfermo terminal que no pierde la esperanza. Y yo puedo haber sido patético muchas veces, pero bien sabe Dios que en mi vida he sido hermoso. Y por eso hacía tiempo que había dejado de esperar nada del amor.
Y aun así, llegó una mañana, de improviso, mientras ella aún dormía y mi estómago empezaba a fantasear con el desayuno.
Pensaba al mismo tiempo (creo que esto lo pensaba con la cabeza, que es una parte del cuerpo, en principio, más racional que el estómago, pero mucho menos fiable) en cómo no lo había visto antes. Pensaba en que es posible que el amor sea la relación que se establece entre el culo de una persona obesa y el cojín de un viejo sofá. Solo que todavía hoy no tengo claro si en la metáfora yo era el cojín, por fin rendido al hueco que el obeso culo había cavado en él, o el culo orondo que tras haber probado muchos asientos solo encuentra descanso y paz sobre cierto cojín de un sofá viejo.
En estas cosas pensaba cuando ella se despertó. Me gustaría decir que todo fue bien a partir de aquí.

martes, 7 de enero de 2014

Compartiendo vírgenes (o "La esencia del espíritu levantino").


 
Hace unos años, llegué con un amigo a la conclusión de que el pueblo español (y situad aquí como “pueblo español” a lo que mejor encaje dentro de vuestro mapa geográfico mental, que la cosa no va por ahí) era un pueblo trabajador y responsable hasta que entró en contacto con la naturaleza levantina. Y así, al igual que la ontogenia recapitula la filogenia (único concepto que aprendí en clase de biología y frase que me gusta muchísimo, por lo que la digo siempre que tengo oportunidad), cada habitante del norte peninsular y cada neonato de la Meseta, todo joven varón de Andalucía o Extremadura y todo pequeño catalán o aragonés llevan dentro de sí a un potencial hombre de provecho. Hasta que una mujer levantina se cruza en su camino.
Por si no ha quedado claro, explico que utilizo el término “hombre de provecho” como sinónimo de “hombre aburrido”. Porque, y aun a riesgo de derivar en un chauvinismo tan barato como la mortadela Campofrío, si, por ejemplo, El Cid no hubiera conquistado Valencia, o Isabel no se hubiera casado con Fernando, hoy, los hijos de Castilla podríamos ser europeos de provecho, pero frases como “nene, no iba a salir, pero me lié” (oída, invariablemente, a la una del mediodía siguiente), “vamos a tomarnos la penulti, que apenas es de día” o “quédate a dormir: tenemos speed” no formarían parte de nuestro día a día. Pero, por suerte, hace siglos, algunos de nuestros antepasados castellanos viajaron hacia el Este siguiendo a alguna levantina guapa que les dio a probar la mandrágora.

Foto tomada de Diarios de una mamarracha.

Mucho se ha escrito recientemente sobre el espíritu levantino, la mayoría en autos judiciales, pero también en esta entrada de los maravillosos Diarios de una mamarracha hasta incluso en las tiras cómicas de Moderna de pueblo. Supongo que cada uno tendrá una historia que, para él, mejor retrate su esencia. En mi caso, esa historia tiene que ver con Aspe, que es el pueblo de Iván y Laura y de muchos otros buenos amigos míos y de los Rusos en general. De hecho, Aspe se ha convertido en una segunda casa para el grupo.
Pues bien, sucede que Aspe tiene a su patrona compartida con el pueblo vecino. Así que, ya de entrada, la idea de tener una virgen a pachas es lo suficientemente loca como para que se le hubiera ocurrido a Vicentín himself. También sucede que, al tener a la patrona en régimen de multipropiedad, solo les toca su visita uno de cada dos años: los años pares. Pero eso no significa que los años impares no hagan fiesta patronal, oh no, sino que los pares las hacen a lo loco y duran tres semanas. Resumiendo: tener una virgen a medias con otro y que, en lugar de hacerte mala sangre, lo festejes por todo lo alto cuando por fin te viene a ver, refleja bastante bien para mí la maravillosa esencia hedonista del espíritu levantino.

Tira de Moderna de pueblo para Año Impar.
En definitiva, creo que el Levante es la Manic Pixie Dream Girl de la particular comedia romántica que constituye la historia de nuestro país. Y mira que podíamos habernos enamorado de Portugal, que siempre estuvo ahí, a nuestro lado, tan sencilla y dispuesta... Pero elegimos perseguir una felicidad imposible y no crecer nunca jamás.
Pd: Muchos de vosotros os estaréis preguntando que, si el Levante es la Manic Pixie Dream Girl, ¿en qué lugar deja eso a Canarias? Sabéis la respuesta: Canarias es la loca del punzón.

jueves, 2 de enero de 2014

Algunas canciones de 2013 que me han gustado mucho.

Éstas son algunas de las canciones que más me han gustado en el pasado año. Seguro que se me olvida alguna y como lista no es muy original, pero es lo que es. Abajo está el playlist con las que se pueden encontrar en Spotify.
 
Just to Make Me Feel Good, de Adam Green & Binki Shapiro, en “Adam Green & Binki Shapiro”.

Los duets chico-chica con estructura pregunta-respuesta me chiflan, Adam Green (cuando está centrado en lo que tiene que estar) me encanta, el disco de Binki Shapiro con Little Joy me gustó bastante y tengo debilidad por los arreglos sixties, así que este disco me ha encantado de principio a fin.  


Find a Romance, de Bigott en “Blue Jeans”.


Cuando estábamos grabando los Nísperos con Paco nos contó que había grabado a Muni para un estribillo de Bigott con voz de pitufo. No pensaba que el resultado sería tan guay. Añado, además, que el fraseo de Bigott es insuperable y el riff de guitarra de Paco terriblemente adictivo.
 
Small Plane, de Bill Callahan, en “Dream River”.

 

Era difícil de esperar una canción de amor limpia y pura por parte de Bill Callahan, pero estaba claro que, en el caso de que alguna vez la hiciera, sería una de las canciones de amor más hermosas jamás escritas. Hallar por fin el hogar en el cuerpo del ser amado, saber regresar a él tras habernos equivocado tantas otras veces de camino, "allí donde el río se abre hacia el mar". Bill Callahan realmente es un hombre con suerte de haber encontrado el amor.

Morning, de Cass McCombs, en Big Wheel and Others.
 
Podría haber puesto tanto ésta como Brighter! No sé muy bien de qué ninguna, y las dos me gustan mucho.
 
Part of Me (Lysandre’s Epilogue), de Cristopher Owens en Lysandre.

El disco le resultó demasiado engolado, pero el exceso de almíbar no le vino mal del todo al cierre de “Lysandre” en el que se despide de sus antiguos compañeros en Girls.
 
Love Is Colder than Death, de Dean Wareham, en “Emancipated Hearts”.

No sé qué coño le habrá hecho Britta a Dean para que escriba esta canción, tan fría como la muerte y el amor juntos.

The Missing, de Deerhunter, en “Monomania”.
 
El disco en general me dejó un poco frío, pero esta canción me gusta un montón. El riff de guitarra es sencillísimo, pero muy chulo.

 
Otra vez asustado, de El último vecino, en “El último vecino”.

Todo el disco, en general, está muy chulo, pero ésta me gusta especialmente. 
That’s the Way Love Is, de Jens Lekman, cara B del single “I Know What Love Isn’t”.
Como tal, creo que se editó a finales de 2012, pero, por un lado, yo la descubrí en 2013, y, por otro, yo no iba a hacer una lista de éstas sin incluir a Jens. Creo que ya os he hablado mucho de esta canción: es una versión del grupo Ten City, y a mí me vuelve especialmente loco porque es tan prosaica como cierta: una pareja se promete amor eterno, pero, cosas de la vida, con el tiempo cambian de opinión, cada uno se va por su lado y tampoco te creas que siguen tristes mucho tiempo porque llega un amor nuevo que les vuelve animar. La letra dice esto mismo casi literalmente, o como yo comentaba el otro día por twitter: la mancha de una tita con otra se quita.

Te vi, de Julieta Venegas, en Los momentos.


He escuchado muchísimo el último disco de Julieta Venegas. Creo que, menos la que tiene el rap, me gustan todas. Me gusta mucho lo de los celos por alguien con quien nunca se estuvo en realidad: “Me sorprenden mis ganas de llorar / si nunca fuiste mío. / Un deseo que no sucederá. / Un suspiro transparente”.

Colecciono sabotajes, de Julio de la Rosa, en “Pequeños trastornos sin importancia”.


Indistintamente podría haber dicho Un corazón lleno de escombros. Ambas son de esas canciones que parece que te hablen en el momento justo de tu vida. “Tú me quieres a medias, yo no sé medio amar. Dime ahora qué hago con la otra mitad”.


Directo a tu corazón, de Kokoshca, en “Hay una luz”.

Ya decía Woody Allen que el sexo solo es sucio cuando se hace bien. Esta canción es tan sexy como sucia, y por eso es maravillosa.

The Best Jewel Thief in the World, de Prefab Sprout, en “Crimson/Red”.
Se preguntaba Tracey Thorn, a la salida del disco “Crimson/Red”, si existe algún escritor de canciones más desvergonzadamente romántico que Paddy McAloon. Yo no conozco ninguna metáfora más acertada sobre la escritura de canciones pop como oficio que ésta, que incluye no solo la emoción del acecho y el robo, sino también el lado más amargo de la profesión: la incomprensión. Pero, como dice Paddy, que puede sentarse tranquilamente y ver cómo crece su leyenda: “Down below, down below / What do any of those assholes know?/ Even so, even so, / Be a Buddhist boy and let it go / Even so, even so, / Be a Catholic boy and let it go/ You’re the best jewel thief in the world”.

Puerto Madero llueve, de Ricardo Vicente, en ¿Qué haces tan lejos de casa?

Tengo especial predilección por las canciones de Richi. No es solo que no haga un solo tema que no sea terriblemente bello, sino que es de los pocos escritores de canciones que ha sido capaz de construir un universo realmente propio, tan cotidiano como mágico, tan indescifrable como identificable por el oyente. “Y es que, te digo la verdad, hoy estoy bien, mañana mal. Lo que me importa en realidad es volver a verte”.
She Looks Like You, de Sean Nicholas Savage en Other Life.

Sean Nicholas Savage tiene un físico enormemente peculiar que le ha obligado a elegir entre tres únicas profesiones posibles: doble joven de John Waters en escenas de riesgo, pedófilo a jornada completa o escritor de inquietantes canciones souleras. Todos nos congratulamos de que se haya decantado por la tercera.
 
Cine de barrio, de Teletransportarse a Soria, en “Bélmez de la Moraleda estábamos nada nada”.
Vaya por delante que el primer trendsetter que se fijó en Teletransportase a Soria fui yo, y aquí tenéis la prueba: “Jose Manuel…………. Parada”
 
Estrellas místicas, de Triángulo de Amor Bizarro en “Victoria mística”.

 
Las canciones más pop de Tríángulo me vuelven loco y, como en The Best Jewel Thief in the World, las canciones sobre la profesión me gustan mucho. Y la letra de ésta está muy bien traída: ("no muerdas la mano que te alimenta"). Por otro lado, entregaría a mi primogénito a cambio de una cita con Isa.
 
Step, de Vampire Weekend, en “Modern Vampire of the City”.


No tengo ni la más remota idea de qué habla esta canción, pero me gusta mucho. Creo que de los grupos modernos llenaestadios Vampire Weekend son los únicos que me gustan.
 
Is That Enought, de Yo La Tengo en “Fade”.


Qué pasada que Yo La Tengo sigan haciendo canciones tan buenas, que después de tantos años no necesiten darnos nada nuevo para que tengamos más que suficiente.

Aquí tenéis la lista: