Búscate alguien que te haga feliz, pero no demasiado.
Eres ese tipo de persona que, por un lado, no sería capaz de
soportar la presencia de una pieza de decoración (pongamos un jarrón) mediocre,
vulgar o superflua en su sala de estar, pero tampoco podría llegar a tener un
jarrón realmente hermoso.
(Imagínate ahora, para que entiendas el grado de belleza del
que te hablo, no solo al jarrón en sí, sino ese tipo de objetos cuya presencia dota
de equilibrio y armonía a aquello que les rodea, como si fuesen la única pieza
capaz de sustentar al conjunto.)
Y no es que no seas capaz de apreciar un jarrón bonito. Puedes
disfrutarlo cuando lo encuentras en el salón de algún amigo, puedes desearlo al
verlo expuesto en algún escaparate e incluso podrías llegar a comprarlo para el
pasillo o la habitación de invitados. Pero no quieres tenerlo en tu salón.
No quieres observarlo cada día, situado frente a ti, cuando
te sientas al llegar a casa, recordándote tu propia imperfección, haciéndote
examinarlo una y otra vez, mientras cenas con la tele de fondo, en busca de
alguna tara en la que centrar tu atención.
Es por eso que te digo que te busques a alguien que te haga
feliz, pero no demasiado. Porque los dos sabemos que no podrás soportar formar
parte de algo hermoso sin sentir la necesidad de hacerlo añicos.
Te leo siempre. No comento nunca. Me haces reír. Pero la otra noche fue diferente. No estaba preparada para esto. En la cama, a punto de dormir, entré, como de costumbre, en tu blog. Leí esta entrada y sentí una opresión en el pecho. Empecé a darle vueltas y ya no pude dormir. Entendí muchas cosas. Me sentí mal. Lloré. Luego me dormí.
ResponderEliminarMe alegra que te guste el blog, y espero que lo entendieses te sirviera para bien. Un beso :-)
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