1. Hemos vuelto a conseguirlo: la izquierda hemos vuelto a
batir nuestro propio récord a la hora de autosabotearnos. Menos de veinticuatro
horas nos ha durado esta vez la ilusión. Volvemos a mostrarnos como ese anciano
enfermito al que cualquier mala brisa pone al borde de la UVI. Como ese
boxeador tan lleno de ilusión como falto de empaque que se tambalea ante el
primer derechazo que recibe al subir
al ring.
En menos de un día ya estamos divididos ante cuál debe ser
la respuesta adecuada ante los antiquísimos y descontextualizados tuits de
Guillermo Zapata que alguien ha recuperado de manera vil e interesada: unos
piden su inmediata destitución como muestra de responsabilidad y ejemplo por
parte de nuestra nueva alcaldesa; otros proclaman el terrible desengaño que
esto supondría y empiezan a renegar de Manuela.
2. “¿Por qué nos sucede esto?”, nos preguntamos muchos. “¿Por
qué se genera este jaleo desmedido por cuatro chistes, más o menos afortunados,
pero chistes al fin y al cabo, cuando desde la derecha se pueden permitir poco
más o menos lo que quieran sin que ello provoque división en sus filas? ¿Por
qué a ellos les resulta el juego sucio y a nosotros no?”
Pues bien, en esa paradoja reside nuestra fortaleza. Nunca hemos
de olvidar que nosotros no somos como ellos: nosotros nos planteamos las cosas,
debatimos, tenemos espíritu crítico, ellos no; a nosotros sí que nos importa hacer
daño a las víctimas, al débil, a ellos no les importa utilizarlos (como han
vuelto a hacer hoy); nosotros sí que nos hacemos responsables de nuestros
actos, queremos salir a la calle con la cabeza bien alta orgullosos de nuestras
ideas y nuestra labor, ello ni tienen vergüenza ni ganas de conocerla.
Puede parecer que ese listón más alto que nos autoimponemos sea
un hándicap, que nos haga disponer de menos armas, ser más débiles. Pero no es
así. A la larga, será nuestra fortaleza.
3. Eso no quita para que no dejemos de señalar el sinsentido
de que se monte semejante desaguisado por cuatro tuits fueras de contexto en un
país en el que el Presidente del Gobierno manda mensajes de apoyo a un criminal
convicto, dichos mensajes se filtran y aquí no ha pasado nada. No hay que
olvidar tampoco que este presidente pertenece a un partido que se niega una y
otra vez a condenar el Franquismo y a ejecutar muchas de las medidas de la Ley
de Memoria Histórica. Que alguien que se muestra tan tolerante con un régimen
tan hostil con los judíos y que en su momento colaboró con la Alemania nazi se
permita el lujo de llamar antisemita a alguien es delirante.
Tampoco hay que olvidar las muchas actitudes xenófobas,
homófobas o anticatalanas que muchas agrupaciones del PP han mantenido a lo
largo de todo el país sin que pasara nada, que la hasta hace poco alcaldesa de
Madrid despreciaba a los gays con juegos de palabras de “peras y manzanas” o
que muchos de los mandamases del partido afirmaban, poco menos, que las mujeres
abortaban por gusto y vicio. También que el 11-M fue perpetrado por el PSOE y
que todos los que ellos quieran somos ETA.
Habremos de entender, supongo, que las peticiones de
responsabilidades se limitan a aquellos comentarios que se hacen en broma y que
como todo esto ellos lo dicen en serio, no aplica.
4. La cobertura que los medios generalistas han hecho del
caso Zapata ha sido vergonzosa y pone de manifiesto que la ofensiva contra la
unidad popular será total. Si hasta hace poco algunos de esos medios se
mostraban afines a la falsa izquierda representada por el PSOE para mantener
ante la ciudadanía la ilusión de democracia real y pluralidad informativa,
todos se han quitado ya las caretas y la defensa que hacen del poder
establecido y sus propios intereses es ya tan chusca como indisimulada.
Mención especial a
este respecto merece El País, que si ya llevaba varios años con una línea
editorial vergonzosa, con la portada de hoy, en la que dan un protagonismo
criminal a esta patochada de escándalo, se hace indistinguible de La Razón o el
ABC.
Ni que decir tiene que ninguno de estos medios ha dado la relevancia necesaria ni
al contexto en que estos mensajes fueron escritos (la polémica sobre los
límites del humor a partir de la polémica Vigalondo) ni al momento (hace ya
casi cuatro años). Como resultado, he podido hablar con varios amigos y
conocidos que poco menos que creen que los chistes fueron publicados ayer como
celebración de la investidura. Puesto que ninguno de estos amigos y conocidos
es ningún tarugo que viva al margen de la realidad, habremos de plantearnos que
el frente informativo del establishment hace
caer sobre nuestros hombros la necesidad y la obligación de buscar información
independiente si queremos conservar nuestra condición de ciudadanos críticos.
5. Antes hablaba de una ofensiva contra la unidad popular, no
contra Podemos, como sostienen muchos analistas. Para mí está claro que Manuela
provoca mucho más temor en los poderes fácticos que el partido de Pablo
Iglesias, que es un blanco bastante más fácil con el que atemorizar a la
población. La cantinela bolivariana, radical, antisistema… resulta más creíble
aplicada a los jóvenes de Podemos que a una jueza de 71 años con un historial
intachable.
Parece que la derecha sí se ha dado cuenta de que las
fuerzas de unidad popular han resultado mucho más exitosas y temibles (para
ellos) que la dispersión del voto en infinidad de partidos de izquierda que insisten
en conservar su marca (ahora solo falta que nosotros nos demos cuenta también).
Los próximos meses, por tanto, están claros: van a ir con
todo a por Manuela, Ada, las Mareas… Y habremos de defenderlas con uñas y
dientes.
6. La intervención de ayer de Manuela Carmena en El Objetivo, con la polémica no
caliente, sino ardiendo, me pareció intachable. Se mostró, en primer lugar,
como alcaldesa de todos, y no solo de quienes la hemos votado. Tuvo en cuenta
los sentimientos, creencias y opiniones de todos los madrileños, con
independencia de sus colores políticos, y eso es algo que hace muchos años que
no teníamos en Madrid. Se mostró tan comprensiva y protectora con Zapata y
Pablo Soto como crítica con la situación y abierta a sensibilidades distintas
que se hubieran podido ver heridas. No ocultó, tampoco, su conciencia y
preocupación ante que nos encontrásemos con una maniobra interesada y partidista
con la que se pretende torpedear el nuevo ayuntamiento. Añadió que antes decidir qué hacer tenía que reflexionar sobre ello. Ana Botella, por
su parte, creía que reflexionar era flexionar dos veces.

Puede que algunos esperasen que Carmena ofreciese la cabeza de
Zapata en directo, y otros que empezara contar chistes de Ortiga Lara (la única planta que florece bajo tierra) como muestra
de solidaridad. Su posición era muy complicada: si destituía a Zapata, nadie se
lo iba a agradecer, puesto que sus contrincantes seguirían atacando y podría
perder a muchos de sus apoyos; si no lo hacía, se encontraría en una situación
de debilidad institucional difícilmente sostenible y su labortendría sus
primeras manchas antes siquiera de haberla empezado.
7. Manuela también dijo una tontería bastante importante en El Objetivo: que el humor negro no puede
ser cruel. Pues no. Entonces no sería humor negro, sería otra cosa.
Desde sensibilidades próximas a Ahora Madrid, enseguida hubo
quien empezó a renegar de la alcaldesa por la estúpida declaración sin reparar
en que la brecha generacional que la separa de Zapata y muchos de nosotros hace
más que entendible que dichas bromas le puedan parecer de mal gusto. A mí me
divierte mucho hacer chistes sobre pedofilia, pero nunca se los haría a mi
madre o a una señora de setenta años. Tampoco juzgaría con la misma severidad a
alguien que haga un chiste sobre mariquitas
que tenga cincuenta años que si es alguien de mi generación.
Bill Cosby: el límite del humor negro según Manuela.
Con esto no quiero decir que personas de distintas edades no
podamos compartir los mismos gustos humorísticos, pero… joder. Creo que todos
entendemos que el código generacional es clave a la hora de percibir el humor.
8. Creo firmemente que el humor no ha de tener límites. Es más,
creo que la función del humor ha de ser la de cuestionar esos límites,
rebasarlos, ser incómodo, ofensivo, cruel. Ahora bien, a Zapata no se le evalúa
como humorista sino como concejal. Creo que lo de los límites del humor aquí no
aplica.
Pero tampoco podemos ser tan hipócritas como muchos han sido
estos días en redes sociales (gente que nunca habrá contado un chiste sobre las
Torres Gemelas, las niñas de Alcasser, Miguel Ángel Blanco…). ¿De verdad nos
parecería bien que un concejal del PP siguiera en su cargo después de publicar
un chiste sobre negros, aun sabiendo que es una broma y no es alguien racista?
¿O sí debemos dar por hecho que alguien del PP es racista pero no que Zapata
sea antisemita?
9. Ayer, mientras seguía la polémica, me planteaba si lo
mejor no sería que Zapata dimitiese directamente como concejal para no dañar al
proyecto. Hoy ha dimitido de sus responsabilidades en Cultura, pero no de su
cargo como concejal.
Hasta el sábado por la mañana no conocía de nada a Zapata ni
ninguna de sus labores, pero la dignidad y honor con la que ha llevado todo el
asunto me parecen admirables. Desde el primer momento ha dado la cara, ha
evitado la fácil (y no falta de razón) defensa del y-tú-más, se ha ofrecido a echarse a un lado para no perjudicar al
proyecto colectivo, se ha mostrado crítico con sus actos y sincero en las
disculpas con aquellos a los que pueda haber herido de verdad. Igualito que la
manera en que suelen afrontar las crisis aquellos que tanto le han criticado.
Me alegra que alguien así permanezca en el Ayuntamiento,
porque seguro que nos podrá hacer mucho bien a todos.
10. Vuelvo, por último, a aquellos que ayer ya anunciaban
que si Carmena prescindía de Guillermo Zapata habría sido la política que menos
tarda en decepcionarles. Espero que hayan cambiado de opinión, porque si no volveremos
a recaer en el infantilismo de la izquierda del que hablaba José Mujica, aquel que
confunde lo que las cosas son con lo que deberían ser.
A Carmena la hemos votado para que las cosas lleguen a ser
como nosotros creemos que deben, no porque por arte de magia, por su simple
toma de posesión, vayamos a vivir en una sociedad distinta a la que vivíamos
hace dos semanas. Depositar tu confianza en alguien no se limita al momento
inicial, sino a un recorrido más largo. Si en la primera curva del trayecto ya
queremos bajarnos del coche porque Manuela ha girado por una calle distinta a
la que nosotros hubiéramos tomado, no llegaremos a ningún sitio. Permanezcamos
unidos y confiemos en nuestra conductora, confiemos en que nos deje en un lugar
mejor que el que estamos ahora.