Ayer Javi y yo fuimos a hacer una entrevista a Radio
Libertad. Por lo general somos nosotros dos los que nos encargamos de estas
cosas. Como el sitio estaba algo lejos y habíamos quedado a las 9 de la noche
para asegurarnos de que a Javi le daba tiempo a llegar del trabajo, le pedí a
Laura que me hiciese la cena, y me pasaba por su casa al terminar. Laura nunca
quiere participar en las entrevistas, a no ser que haya que hacer un acústico
medio elaborado, cosa que solo sucede en Radio 3. E incluso en esas ocasiones,
cuando el entrevistador de turno, ante su constante silencio, le increpa “Laura,
¿tú no dices nada?”, ella dice “no” y se ríe. De manera que una cena casera me
pareció un justo peaje por librarse de acompañarnos una vez más.
Cuando ella aceptó el trato y me dijo “ok, luego hablamos”,
no sé por qué me vino a la cabeza lo siguiente. Os copio la conversación tal
cual la tuvimos en el chat de facebook:
Laura: ok
Laura: luego hablamos
Manu: sí
Manu: de comida, de aves y de sentimientos
Manu: hoy vamos a hablar de eso
Manu: comida, aves y sentimientos
Manu: en ese orden
Laura: vale, pues a mí las aves me dan no sé qué
Manu: eso son sentimientos entonces
Manu: tendrás que hablar de ello en la tercera parte
Manu: en la segunda hablaremos de aves de manera fría,
aséptica
Manu: sin implicación emocional
Manu: en la primera, podemos hablar de aves como comida
Manu: pero no como especie o centrándonos en la manera en
que nos hacen sentir
Laura: jajaja
Laura: me gusta
Manu: bien
Manu: luego hablamos
Laura: de comida, aves y sentimientos
Manu: en ese orden
Laura: y sin mezclar temas
Cuando salimos de la entrevista, Javi me acercó en coche
hasta la glorieta de Bilbao. Bajé Fuencarral hacia la Corredera de San Pablo,
la Corredera de San Pablo hacia Pez y Pez hacia la casa de Laura. A lo largo
del camino se me ocurrió que para organizar mejor la conversación, lo suyo era
que tratásemos un tema diferente en cada plato. Hablaríamos de comida durante
el primero, de aves durante el segundo, y de sentimientos llegado el postre.
(Yo siempre hago comidas de primero, segundo y postre, incluidas
las meriendas y las cenas, y Laura siempre lo tiene en cuenta cuando me invita
a comer, merendar o cenar en su casa. Es todo un detalle por su parte, sobre
todo si tenemos en cuenta que es un aspecto de mí que ha desesperado a todas
mis novias, porque después de mi cena de tres platos han de pasar exactamente
dos horas antes de que pueda irme a dormir. De lo contrario sufro una pesadilla
en la que mi estómago es un barco a la deriva en un mar bravo. Como la
pesadilla es siempre la misma cuando incumplo la norma de las dos horas, creo
que podemos llamarla mi pesadilla
recurrente. Y como Laura, a diferencia de mis exnovias, no tiene que dormir
conmigo luego, puede ser más indulgente con el número de platos de mis cenas.)
Comida.
De primero Laura había preparado ensalada murciana, que es
un plato que, aunque no suene muy elegante (culpo de ello a Kaka de Luxe por
arruinar para siempre este gentilicio en su versión femenina), le queda muy
rico. Lo hace con tomate en conserva que se trae del pueblo, bonito en aceite, huevo
duro y alcachofas crudas, que es algo que ella usa mucho, no sé si porque es la
forma en que más le gustan las alcachofas, o porque le da mucha pereza
cocinarlas.
Lo de hablar de comida mientras se come se supone que es una
cosa muy española, y si realmente es así, es la faceta de la vida donde Laura y
yo mejor manifestamos nuestra procedencia, porque lo hacemos siempre. Así, mientras comíamos la ensalada murciana, Laura
me habló de que al día siguiente (hoy) iba a hacer canelones. “¿De cocido?” “No.
De verduras y pez.” “¿De qué pez?” “Eso aún no puedes saberlo.” Entre sus
futuros planes gastronómicos también se encuentran hacer un arroz meloso
aprovechando unas costillas que sobraron de una fideuá que hice yo, y una crema
de setas y manzanas.
Yo, por mi parte, presumí de que ahora mismo estoy haciendo unas
hamburguesas excelentes, cuyo principal secreto es dejar la carne macerando un
día con mostaza, nuez moscada y pepinillos y alcaparras picadas. Mis futuros
planes gastronómicos son una crema de cangrejo de mar y aprender a cocinar
cordero a la manera moruna.
Aves.
El segundo plato fue tortilla de patata, y mientras la
comíamos teníamos prohibido hacer cualquier valoración sobre cómo había
quedado.
Hablamos entonces de aves aunque no de una manera tan
científica como habíamos pretendido en un primer momento. Supongo que el hecho
de que no tengamos el menor conocimiento del tema tuvo algo que ver.
Laura me contó que cuando era pequeña, sus padres le
compraron a ella y a su hermana mayor Elisabeth, dos periquitos. Uno para cada
una.
Cuando el periquito de su hermana murió, sus padres, tras
deshacerse del cadáver, forzaron un poco los alambres de la jaula y le contaron
a Laura que el periquito era muy listo y se había conseguido escapar. Ella se
quedó muy impresionada. Pocos días después fue a su periquito al que encontró
tieso en el suelo de la jaula. Corrió hacia su madre llorando, diciéndole que
estaba muerto. “Claro, no os acordáis de darle de comer, y así se ha muerto.
Como el otro.”
Dice Laura que, más que la culpabilidad de no haber alimentado
correctamente al pájaro, lo que la atormentaba era, por un lado, que sus padres
no hubieran aprovechado la primera muerte para explicarle a ella y a su hermana
las obligaciones que tenían con respecto a sus mascotas, y, por otro, el
descubrimiento de que el primer periquito nunca fue lo suficientemente listo
para escapar.
Yo le hablé entonces de un pato que tuve en el pueblo de mis
abuelos cuando era pequeño, pero la historia era confusa y tenía poco interés,
así que acabamos la tortilla de patata hablando de un gorrión que Pablo
Magariños se encontró en la puerta de la Palmerita.
La Palmerita es un bar al que vamos mucho, donde hacen una
tortilla excelente (aunque esto no pudimos mencionarlo, claro, había pasado ese
turno) y donde nuestro amigo Pablo trabajaba en ocasiones. Me contó Laura que
un día, cuando Pablo y ella salieron a fumar un cigarro, se encontraron en el
suelo una cría de gorrión con el ala herida. Pablo lo cogió y decidió
quedárselo hasta que se recuperase, a pesar de las sombrías predicciones de
Luis (el dueño de la Palmerita), que le decía que seguramente moriría de
hambre, porque era casi una cría y la única manera de que reconociese la comida
y comiese era que Pablo la regurgitase directamente en su boca, posibilidad a
la que, en principio, éste se oponía.
De acuerdo con lo que me contó Laura, como llevaban unas
copas encimas, decidieron dejar al pájaro dentro del bar, echaron el cierre,
fueron al Moloko a tomarse la última, y más tarde Pablo volvió con Luis y se
llevó el gorrión a su casa. Por lo visto lo tuvo un par de semanas en casa, y
cuando mejoró lo dejó en un nido de la Plaza de Comendadoras. Le pregunté si al
final Pablo llegó a darle de comer directamente de su boca, pero no supo
decirme.
Sentimientos.
Laura no suele tener muchas opciones de postre en su casa,
pero yo tampoco pido mucho más que un trozo de chocolate y una infusión. Además,
estos días hay unas pequeñas pastas que Fabiola, su compañera de piso, trajo de
Galicia, y que prácticamente me estoy acabando yo solo. En cuanto al chocolate,
siempre es chocolate de repostería, a pesar de que nunca he visto a Laura
utilizarlo para hacer ningún dulce.
Llegados a ese punto de la cena, y viendo cómo los
sentimientos habían acabado contaminando la conversación sobre aves, pareció
apropiado que durante el postre, las aves contaminasen los sentimientos y
acabásemos hablando de no ser lo suficiente listos para escapar de la jaula
antes de morir, de estar herido y necesitar un tiempo de reposo antes de volver
al nido, de buscar una boca en la que reconocer la comida.
Pd: Tras leer la entrada, Laura (que también tiene el detalle de hacer labores de editora del blog) me ha hecho notar que sí que usa el chocolate de repostería para cocinar, entre otras cosas, unas galletas de chocolate que me gustaron mucho. Lamento el olvido.
El último párrafo es de BRAVO
ResponderEliminarY cuando digo BRAVO no me refiero a la revista
ResponderEliminarMuchas gracias, Sopapo.
Eliminar¡¡Vaya dotes culinarias!!
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