Hablando con una amiga de facebook acerca del ligoteo heterosexual y los diferentes riesgos que asume cada género, he llegado a la conclusión que formulo arriba. Y no sé si sería a algo parecido a lo que se refería The New Raemon cuando dijo lo de yo soy Simon, tú Garfunkel, e igual hasta le estoy plagiando la idea sin ser yo alguien que haría ese tipo de cosas, pero tengo claro que al escribir estas líneas me muevo en terrenos pantanosos.
Por un lado, porque cualquier mujer que sepa mínimamente de fútbol me retirará la palabra para siempre. Por otro, y esto es lo que más me preocupa, por el riesgo de que alguna fan de Mou piense que la comparación es un cumplido y una invitación al jugueteo sexy. Porque yo, a pesar de que mi habitual superficialidad pueda sugerir lo contrario, sí que tengo mis límites morales a la hora de decidir con quién me voy a la cama. Con mujeres neoazis, miembras del Opus Dei y maltratadoras de ancianos, podría hacerlo. Con mourinhistas o votantes de Rosa Díez, no.
El caso es que, mi ciberamiga, a partir de mi entrada sobre “elGandhi”, en la que también hacía varias menciones a “hacer la cobra”, se
quejaba de que hablaba de ello como si los hombres fuésemos los únicos que
recibimos cobras, y las mujeres no lo hicieran. Yo le reconocía que, mujeres cobreadas, haylas, pero que su número, comparado con el de los hombres, es una
mera anécdota estadística. Y ella, unos días después, me comentaba, medio
dándome la razón, que la noche anterior había presenciado dos cobras
espectaculares, ambas hechas a varones. Pero decía que no eran representativas
debido a la “inconsciencia” de los hombres que las recibieron. Y fue el uso de
esa palabra, el desprecio a mis congéneres caídos en el campo de batalla al
calificarlos de “inconscientes”, lo que despertó mi ira.
A vosotras no hay nada que os guste más que un tío seguro de
sí mismo, y con ello fomentáis esa inconsciencia
que nosotros llamamos riesgo. Queréis que salgamos con el balón jugado
desde atrás, sonriendo y con la cabeza alta, como lo hace Piqué, tocando y
tocando, distrayéndoos con el balón, porque mientras os damos palique y os
hacemos reír, corre la pelota, nosotros no, y vosotras tras ella, os cansáis,
bajáis la guardia.
Ahora bien, con cualquier pase mal medido, con cualquier
broma no entendida, nos quedamos en terreno de nadie, perdemos el balón en
medio campo, dejándoos en uno contra uno. Y en el improbable caso de que
consigamos recomponernos, hay que empezar de cero, salir jugando otra vez,
porque a vosotras, por mucho que os pueda gustar el chico que os esté entrando,
no os vale con un gol marcado de cabeza tras un despeje. Vosotras queréis que
os entretengan. Vosotras queréis tiqui-taca.
Vosotras lo queréis todo.
Y ése es el problema. Porque ni el Barça de Pep pudo ser
siempre EL BARÇA DE PEP. A veces hay que conformarse con el Barça de Tito. A
veces, hasta con el Barça de Roura. Nos toca entonces ser resultadistas. Intentamos
dormir el partido en vuestra área esperando que lleguen las seis de la mañana y
podamos jugar esa cobarde baza de “¿qué? ¿te acompaño a casa?”. Tus amigos
desde la grada, piden que salgan los extremos. Tus amigas, que son aún peores,
empiezan a pitar directamente, mientras nosotros seguimos intentando marcar,
pero sin desborde, sin llegar a encarar. Sin meter el morro, vamos. Y sí, así
también a veces se gana. Pero no es lo mismo. Ni para vosotras, ni para
nosotros.
Y en esos momentos de hablar y hablar intentando
conquistaros, claro que hay mujeres atrevidas, de contraataques feroces, que te
cogen de la mano, te roban el balón, te llevan al aseo y te meten un 5-0 sin
que te des cuenta. Pero esas mujeres luego no quieren volver a saber nada de
ti. Porque para vosotras no hay nada menos erótico que un tío que ha estado
rondándoos sin parar sin atreverse a dar el paso. Vosotras, como Mou,
despreciáis la posesión estéril.
Amigos cobreados
de la pasada madrugada, yo os digo: es tras la derrota cuando tenemos que ser
más firmes que nunca. El tiqui-taca, ligar
con clase, no es un medio; es un fin. Sed elegantes, sed ingeniosos, disfrutad
de la posesión, pero sed valientes, id a por todas, asumid riesgos. El estilo
no se cuestiona.
"Da igual de dónde seáis, pero tenéis que saber que el equipo nunca os fallará. No sé si ganaremos, pero doy mi palabra de honor que el equipo siempre se esforzará. Tampoco prometo títulos, pero sí que siempre lucharemos por conseguirlos. Apretaros el cinturón, que nos lo pasaremos muy bien. Bienvenidos a vuestra casa... y buena suerte”
ResponderEliminarAy, Pep...
EliminarVamos, que hay que jugar como el Madrid de ayer.
ResponderEliminarNunca, bajo ningún concepto, hay que hacer nada como ningún equipo de Mou. Ahora, si me dices como el Madrid de Zidane y don Vicente del Bosque, me quito el sombrero.
EliminarManel dijo algo parecido:
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=CWSdgJmuebw
Lo siento, pero discrepo. Nos gustan los tíos seguros de sí mismos, cierto, pero un tío seguro de sí mismo no es un tío que tiene que entretenerte durante toda la noche para llevarte a la cama, sino un tío que te mira como Maxim de Winter miraba a la innominada protagonista de "Rebecca".
ResponderEliminarEn definitiva, que buscamos a un tío que haga que se nos caigan las bragas sin ni siquiera tocarnos ni pronunciar una palabra.
O, siguiendo con el símil futbolístico, para poder desplegar un buen tiqui-taca durante los 90 minutos de partido, lo mejor es quitarte los nervios marcando un golazo en el primer minuto.
Magistralmente expuesto. Eso sí, si pedir un golazo en el primer minuto no redunda en mi idea de que lo queréis todo... XP
EliminarCasi todo bien salvo un detalle, ese ejemplo y Piqué no van, de ninguna forma, ligados. Terrible.
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