Hace unos días comentaba en twitter y facebook mi
preocupación por los efectos que la deriva übersexual
que la carrera de Miley Cyrus está tomando puedan tener en el futuro
profesional de Hanna Montada, una joven española que lleva varios años
intentado labrarse un nombre en la industria pornográfica gracias a su parecido
físico con la actriz que interpretó a Hannah Montana.
¿Por qué todas las chicas guapas encuentran irresistible el sabor de su propio índice?
Como todos imaginaréis, el potencial de nuestra Hanna, la
española, la que no canta, la que no es amiga de Dolly Parton, se basa fundamentalmente
en el contraste entre su notable parecido con la antigua estrella infantil y su
exhibición sexual pública. Sin embargo, ahora que Miley está cada vez más
marrana, ese contraste se difumina, y la señorita Montada cada vez tiene menos
espacio para desarrollar su carrera. Caben ahora, pues, dos posibilidades:
1-
Que la actriz porno haga escenas cada vez más
duras, de manera que el contraste antes mencionado siga vigente y pueda seguir
ganándose la vida haciendo aquello que le gusta, que es lo que todo joven debe
perseguir, tal y como me recordaba un sindicalista francés el otro día en la
tele.
2-
Que sea la propia Miley Cirus la que haga
escenas cada vez más duras, que Tony Richardson suba de una vez los vídeos en
los que la hace de todo, y sea nuestra Hanna la que, aprovechándose de nuevo de
ese contraste, pero a la inversa, se convierta en una estrella infantil. Más o
menos como Xuxa. Telecinco, ¿hay alguien ahí?
(Habrá quien piense en una tercera posibilidad consistente en que Hanna encuentre trabajo, pero, seamos serios, estamos en España).
El caso es que no es la primera vez que un imitador ve amenazado
el pan de sus hijos por una invasión de terreno por parte de su imitado. Fijaos
en lo que pasó con Aznar y su guiñol:
En el año 2000, después de una legislatura de derechas relativamente
disimulada por su insuficiente peso parlamentario, el PP logró la mayoría
absoluta y nuestro presidente de entonces se desbocó y sacó a pasear el
humorista que lleva dentro. Lo que en principio parecía una buena noticia para Los guiñoles, enseguida se reveló como una
seria amenaza para el programa. ¿Cómo competir en chistes con un tipo que va a
Estados Unidos y decide afrontar las ruedas de prensa hablando con acento
texano; con alguien que narra historias en las que, con los pies subidos encima
de la mesa, afirma tener una marca de 100 metros digna de presencia olímpica?
En realidad es muy injusto que me mofe de lo del acento. A mí se me pega cualquier acento en menos de dos minutos.
¿Cómo se solucionó el problema? Dando el cambiazo de
Aznares. José María Aznar, el real, el de carne y hueso pasó a trabajar como
cómico en el programa de Canal+, tras cuya cancelación colaboró como guionista
en varios programas, como El club del
chiste, hasta que el fracaso de la versión española de Cheers le hizo ser incluido en el primer ERE de Globomedia.
Por su parte, el otro José María Aznar, el guiñol, pasó a
liderar a la derecha española y es por eso que a día de hoy no consigue llevar
un bigote en condiciones: todas las niñas son suficientemente listas como para
saber que si le cortan el pelo a su muñeca, éste no crecerá más; Ana Botella,
no. Aunque, salvando el problema capilar, la alcadesa estuvo encantada desde el
primer momento con que su nuevo marido siempre estuviera duro.
El otro, sin embargo, a menudo tenía que usar el dedo.
Así que mi consejo, señorita Cyrus (y, tras Sinead y Sufjan, conmigo ya van tres estrellas del pop que se interesan por su situación), es que no se convierta usted en su propia parodia. Más que nada, porque conociendo el afán
recaudatorio de su padre, llevaría cuidado, no sea que contacte con la señorita Montada, la convenza de cambiar pollas por micrófonos y de repente se vea usted rodando con Torbe mientras la otra acude a los Grammy.
No sé si Miley dirá muchos tacos, pero sin duda necesita urgentemente que le laven la lengua con jabón.
En cuanto a usted, señorita Montada, la insto a que persiga su sueño de ser actriz porno y trabaje duro por conseguirlo. No lo he hablado ni con Sinead ni con Sufjan, pero seguro que están de acuerdo conmigo.
Muy bien hilado lo del sindicalista francés.
ResponderEliminarQue yo sé lo que me hago ;-P
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