“Pasarán más de mil años, muchos más; yo no sé si tenga amor
la eternidad, pero allí tal como aquí, en la boca llevarás sabor a mí.”
Sabor a mí es una
canción que me gusta mucho y que he escuchado con atención en incontables
ocasiones. Sin embargo, a lo largo del último año, al formar parte de la rueda
del hilo musical del centro comercial en el que trabajo, quizás ha estado más
presente en mi vida de lo que quisiera. Después de escucharla durante un año
diez o doce veces por semana, las interpretaciones retorcidas de la misma no
podían hacerse esperar y, como la cabra tira al monte, no he podido evitar
verla desde un punto de vista marrano.
Si en Reservoir dogs el
Sr. Marrón interpretado por Tarantino se mostraba convencido de que Like a virgin de Madonna hablaba de “una
putita que es una máquina de follar” (sic)
que después de miles de pollas por fin se encuentra con una que la vuelve a
hacer sentir como una virgen, yo he llegado a la certeza de que Sabor a mí es la maldición que un hombre
tan enamorado como despechado echa a su antigua pareja condenándola a llevar el
sabor de su semen en la boca por el resto de sus días (long last flavour cum).
Así, si Sabor a mí es
en el fondo la historia de una felación, me hizo gracia pensar en una lista de
prácticas y filias sexuales a partir de las letras de la música en español.
Cunnilingus: Ay qué gustito pa mis orejas, de
Raimundo Amador:
Una regla básica de urbanidad sexual es que, si te gustan
que te coman, también habrás de comer (a no ser que tu compañero o compañera te
indique lo contrario, pero, cuanto menos, ofrécete). Es por ello que si este
listado ha empezado con una felación, a la fuerza debe ser seguido de una
comida de coño.
Respecto a la canción, solo puedo decir que es la traslación
perfecta al campo musical de las películas eróticas que Telecinco solía
programar en los veranos: tiene momentos tan vergonzantes que querrías morir (“ay no
te oigo bien, / porque ando sumergido en tu miel”, glups) guiados por un
ritmillo tan hortera como pegadizo, pero alguna perlas maravillosas que te
convencen de hacer un segundo visionado: “y
tú me dices, ay, que te responda / yo todavía no te he escuchao, ay, tu
pregunta”.
69: Quiero que ahora me folles, de Sólo los
Solo:
Mi teoría es que el 69 es
el mainstream del sexo, el Sonia y Selena de las posturas sexuales:
conocido por todo el mundo, muy útil para hacer bromas, pero que no sabes muy
bien quién cojones compra sus disco. Para mí, es una práctica que solo resulta
útil para que nuestros padres se miren y pongan sonrisas picaronas cuando la
bola con dicho número sale en el bingo familiar de Nochebuena, pero en cuanto a
su utilidad a la hora de llevarla a cabo, tengo mis reservas. Creo que es
incómoda, y a mí, cuando estoy comiendo, me gusta centrarme en comer, y cuando
me están comiendo, me gusta centrarme en que me la coman. Nunca una postura
sexual estuvo tan popularizada y sobrevalorada al mismo tiempo.
Dicho esto, Sólo los Solo es un grupo que me fascina, que
hispanizó y sofisticó el hip hop a niveles impensables en España en esos
momentos. Cómo acabaron haciendo un estribillo tan chusco como “quiero que ahora me folles / que me la
metas. / Yo lameré tu polla / si tú lames bien mi chocha”, cantado además,
por la que debía ser su vecina del quinto, es todo un misterio. Sí que recuerdo
que cuando salió el disco yo tenía quince años y corría como alma que le
llevaba el diablo a pasar la canción cuando lo ponía en el salón de casa.
Bola de nieve:
Emborracharme, de Lori Meyers:
Debería tener unos once o doce años y me encontraba en pleno despertar sexual,
cuando escuché a una chica un poco mayor en el autobús explicar su teoría de
que el sexo tiene cinco estadios principales:
1 1- Magrearse
2 2- Pajas
3 3- Chuparla
4 4- Bola de nieve
5 5- Follar
Inexperto como era, le pregunté a un amigo mayor en qué
consistía eso de “la bola de nieve”, y me explicó que en que la chica, después
de habértela chupado y tú haberte corrido en su boca, te besaba de manera que
ambos compartíais tu propio semen.
Insisto en que yo era absolutamente inexperto, pero aun así
ya tuve claro que esa práctica no debía estar tan estandarizada como para
formar parte de ningún top-5 al uso.
Ah, y la canción… Digamos que si el “batido” ese que
embriaga y luego cae rendido y se levanta de nuevo no se refiere a esto, yo no
tengo ni idea de qué cojones habla esta canción.
Petting: Estoy por ti, de Amistades Peligrosas:
El
petting no deja de ser otra cosa que
el magreo que la chica que comentaba situaba en el alpha de su particular ABC de
la jodienda. Lo que viene siendo refrotarse, de toda la vida.
En cuanto a Amistades Peligrosas, ya hay que ser looser para montar un grupo con ínfulas
marranas y acabar escribiendo cosas tan pueriles como “hoy voy a ir al grano / te voy a meter mano”.
Glory hole: Chas y aparezco a tu lado, de Álex y
Christina:
“Cuando crees que me ves /
cruzo la pared…” El glory hole es
una práctica sexual consistente en introducir, generalmente, el pene a través
de un agujero en una pared realice una felación (o cualquier otra práctica),
siendo la relación anónima por las dos partes. “…hago CHAS y aparezco a tu lado”.
Riesguing: Warro, de Da:
“Por la piedra todo lo
que pillo / sin ningún tipo de protección”.
Como desconozco si existe un nombre para la gente que disfruta, a modo de
filia, practicando de manera sistemática el sexo sin protección, he acuñado un
término: riesguing (mi buena amiga
Tang de Naranja ha propuesto “familia Douglas; ya veremos cuál de los dos
formatos se vuelve el hegemónico). El caso es que parece que la protección
sexual está pasando de moda, y me preocupa.
Foto mía preocupado por el tema del sexo sin protección.
Como anécdota, os contaré que hace un par de años una amante
con la que tenía una relación abierta (en una época en la que éramos bastante
promiscuos los dos, además) me afeó que de todos los chicos con los que estaba,
yo era el único que no quería follarla sin condón, y no entendía por qué. Fue
sencillo hacerle ver que en la propia pregunta podría encontrar la respuesta.
Antiriesguing:
Lola, de El Chojín:
También es
cierto que canciones tan terribles como esta de El Chojín ayudan poco a la hora
de difundir el sexo seguro.
Sexo anal: Dry Martini S.A., de Nacho Vegas.
"Mientras alzo una mano con la que podré rozar el cielo / la otra acaricia tus entrañas con la punta de sus dedos".
Voy a darle un toque reivindicativo a la entrada: a diferencia de esos varones
heterosexuales que se jactan de que a ellos “por el culo, ni el pelo de una
gamba”, yo disfruto enormemente de la estimulación anal, tanto a la hora de
practicarla como de recibirla, sin que por ello me sienta en absoluto inseguro
de mi condición es sexual. Es más, estoy convencido de que a muchísimos tíos
les pasa igual pero se lo callan, porque muchas chicas en seguida se lanzan con
el dedito o la lengua sin que yo les diga nada, y creo que, por simple proceso
de Estímulo – Respuesta, si en anteriores ocasiones con otro tíos sus avances
no hubieran sido bien recibidos, habrían dejado de hacerlo.
Y, efectivamente, esto será lo más profundo que nadie nos
va a conocer jamás.
Ursusagalmatofilia:
Oso panda, de Papá Topo:
"He salido a merendar con mi amigo el puercoespín". Úrsula,
para los amigos, consiste en las prácticas sexuales vestido de animal de
peluche. Oso panda, dime por dónde andas.
Sexo vainilla:
Amo a Laura, de Los Happiness:
El
sexo vainilla es el sexo en su versión más convencional y aburrida. Lo que
viene siendo misionero y luces apagadas. Y, sinceramente, en los tiempos que
corren, no se me puede ocurrir una perversión más retorcida.
Bola de nieve es un nombre muy pintón, pero eso es un Beso Blanco en toda regla.
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