sábado, 11 de mayo de 2013

Dudo que el amor nos salve.


 
Uno de los objetivos que tenía cuando abrí el blog era escribir sobre Rusos Blancos en general, para que la gente que nos sigue pudiera tener una imagen más cercana de nosotros, y para ello tenía pensado hablar un poco de nuestras canciones. Al final he retrasado ese propósito más de lo debido (y de lo querido), pero desde hoy le pongo remedio. Próximamente iré haciendo entradas que hablen de las canciones de Tiempo de nísperos. Empiezo por orden, con Dudo que el amor nos salve.
Mientras que en Sí a todo y en Hijo único la mayoría de las canciones las hice a medias con Iván, en Tiempo de nísperos todas las canciones las hice con Javi Carrasco (al que nos referiremos como Betacam a partir de ahora, para poder diferenciarlo de Javi Monserrat, y por ser una imagen de marca de solvencia contrastada). El cambio responde simplemente a que, en junio del año pasado, que fue más o menos cuando empezamos a hacer canciones nuevas, Iván encontró trabajo en Torrelavega y se fue a vivir allí para poder estar más cerca de su novia. Así que lo de quedar a componer nos quedaba un poco a desmano, mientras que de Betacam me separaban apenas doscientos metros. Cruzar la Gran Vía y listo.
Como yo no sé tocar ningún instrumento musical, lo que suelo hacer es idear la letra y la melodía vocal (a veces primero lo uno, a veces primero lo otro, aunque por lo general suelen surgir a la vez) y luego se la canto a alguno de los dos, que buscan los acordes adecuados, y poco a poco damos forma a la canción. Creo que más o menos todos, sepáis poco o mucho de música, podéis imaginar el ridículo que preside el momento en que te arrancas a cantar, sin acompañamiento musical alguno, algo en lo que te expones bastante a nivel emocional. Iván parece que siempre lo ha llevado relativamente bien, pero Laura aún me recuerda que la primera vez que nos vio componer así, se fue con la convicción de que yo era “un poco tontico”.
No sé muy bien lo que pensaría Betacam la primera vez que me planté en su casa y empecé a cantar a capela cualquiera de las letras del disco con alguna melodía aún desdibujada. Por suerte no fue ésta, porque si hubiéramos empezado con un estribillo en falsete que dice “ya es tarde para que el amor nos salve…”, los dos sentados en el sofá blanco del salón de Betacam, mirándonos a la cara, sudados por los calores del verano madrileño, con pantalones cortos que dejaban nuestros muslos al aire, seguramente Javi habría salido de su casa y no habría vuelto nunca más.
Tampoco recuerdo muy bien qué idea de canción tenía en mente antes de ir a su casa. Sí que recuerdo usar varias veces la palabra “baladón” para explicarle lo que quería, y aunque por un lado quería hacer algo relativamente elegante, a lo Richard Hawley, también quería que tuviese un cierto tufillo hortera. Tufillo que Eli cazó a la legua desde la primera escucha. Así, en la primera maqueta del tema, se la oye decir, según cruza la puerta de casa de Javi, mientras nosotros terminábamos de grabar, conmigo emocionado en el falsete: “Dios. ¿Esto qué es? ¿Carlos Baute? Te has pasado, Manuel.” Y oye, Carlos Baute, no. Pero para qué engañaros, yo quería hacer Elton John:
 
Y bueno, lo cierto es que por suerte Betacam acabó sofisticando mucho el tema, y a la vez dándole un rollo muy oscuro en el que yo no había pensado, sobre todo en la estrofa, pero que va muy bien con la letra de la canción.

Hay quien dice, no sin razón, que Dudo que el amor nos salve se parece mucho a esta versión de Beck de Everybody's Gotta Learn Sometimes:

Pero a mí a lo que más me recuerda es alguna de las baladas pesadas de John Lennon, y creo que es eso lo que Betacam tenía más en mente.

Y luego, en cuanto a que la canción acabara tomando un aspecto elegante, de balada sofisticada, fue una cosa más del estudio de grabación. Por ejemplo, teníamos claro que a la canción, al tener un rollo un poco bluesero, con la modulación de tono para el crescendo final, le podía ir muy bien un coro de chicas. Teníamos muy presente los coros de negras que habían utilizado Girls en su último disco, pero reproducirlo tal habría sido una paletada. Al final, Paco tenía una idea muy cincuenta’s de la canción, que con los arpegios muteados de guitarra, los coros infantiles de las chicas combinados con los beatleinanos de Monserrat y los arreglos de cuerda y vientos que hizo Betacam, llevaron la canción a un terreno muy Elvis que me gusta mucho.

Ya dije que será la canción idónea para cerrar nuestras actuaciones en Eurovegas.
En cuanto a la letra de la canción, que desarrollé en el relato Svetlana (pero que es un relato, no algo que sucediera en la realidad; salvo alguna cosa), me han preguntado varias veces por ello, algunos de forma más directa, y otros menos, algunos con más elegancia, otros con menos. Como podréis esperar, me han preguntado sobre todo acerca de lo de las venéreas.
Sucede que, por un lado, me gusta mucho jugar con los procesos de extrañamiento, con las rupturas de protocolo, con aquellos mecanismos que descolocan al oyente y le obligan a prestar verdadera atención a lo que está sonando. No me gusta que nuestras canciones puedan ser un simple hilo musical para los quehaceres diarios. Y en ese sentido, no es muy de esperar encontrar la palabra “venérea” en el marco de una canción pop.
No creo que sea bueno abusar de ese tipo de recursos, que pueden llegar a hacerte perder a parte de la audiencia. No funcionan siempre, ni lo hacen con todo el mundo. Pero con aquellos con quien sí, con esos que, después de haberse sentido descolocados, deciden quedarse con la canción, consigues que lo hagan con todo, que la hagan suya.
En cualquier caso, no utilicé lo de las venéreas simplemente por eso. Por un lado, como ya expliqué en el diario de grabación que hicimos para JNSP, realmente me parece una metáfora idónea para expresar cómo el equipaje emocional que arrastramos puede impedir que te entregues con todo en una nueva relación.
Por otro, era una broma privada que tenía con la chica con la que salía antes de hacer el disco, y cuya ruptura acabó inspirando la mayoría de mis canciones en él. No la conocí, ni a ella ni a ninguna otra, en una clínica de venéreas. Sí que tenía, sin embargo, un adorno encima de su cama en el que las letras colgantes formaban la palabra “disoluta”, lo que sin duda era una señal más que evidente de que lo nuestro difícilmente iba a salir bien.

Desde que sacamos la canción, he tenido que responder unas cuantas veces a la pregunta “¿de verdad crees que tarde para que el amor nos salve?”, no solo en entrevistas de promo, sino también a mí mismo, a alguna nueva amante o a la propia Disoluta. Cuando me siento especialmente negativo respecto a la respuesta, me acuerdo del mensaje que le escribió su madre cuando estrenaron Dudo… en la radio: “La canción, preciosa. Que no sufra nadie. El amor aún puede salvaros”. Las palabras de una madre siempre reconfortan, incluso cuando ya no crees en ellas.

1 comentario:

  1. No pensé que fueras un poco tontico, sentí mucha vergüenza ajena. He de decir...

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